lunes, 28 de mayo de 2007

Suma y sigue



Si no fuera esas pequeñas rencillas personales que nos amenizan la vida (¿quién no recuerda aquella gloriosa biografía en la que la presidenta aseguraba que no llega a fin de mes y en la que calificaba a Gallardón "progre por antonomasia", con "imagen de empollón"?), me echaría a llorar.

¡Tócate una rumba, Espe, y sigue dando guerra!


And the radio plays: Flash. Babasónicos

miércoles, 23 de mayo de 2007


Entiendo que caiga mal, que su forma de cantar, su voz y sus gritiditos pongan histérico a más de alguno, que sus discos más experimentales puedan llegar a parecer a otros el peor bodrio jamás editado, que el testimonio de la Hora Chanante es el mejor de todos... que esto, que lo otro, que lo de más allá...

Lo entiendo todo, pero yo la he echado mucho de menos. Y encima colabora con Anthony Hegarty. Parece el canto de dos ballenas. Para qué quiero más...


And the radio plays: The dull flame of desire. Björk & Anthony Hegarty

domingo, 20 de mayo de 2007

El regreso de Willebaldo

*Advertencia: post requetelargo

El otro día me tocó cubrir la llegada de los restos mortales de Willebaldo Dorantes Antonio, un emigrante de 23 años natural del municipio de San José Miahuatlán, que murió hace dos semanas en Las Vegas como consecuencia de la explosión de una bomba que, supuestamente, la ex pareja de su novia había colocado en su coche.

Eran las 22:00 horas. Centenares de personas esperaban la llegada del cadáver de Willebaldo a la entrada del pueblo. Llevaban días esperando, en realidad. El silencio se hizo cuando el coche fúnebre se acercó. Durante un kilómetro, una comitiva de cientos de personas, formada principalmente por plañideras que murmuraban cadenciosas letanías en náhautl, acompañó el féretro. La madre y hermano parecían un par de espantapájaros, que apenas acertaban a tenerse en pie.

Nadie hablaba español, era como si no me encontrara en un país castellano parlante. Si Esaú, el fotógrafo del periódico, no me hubiera ido traduciendo lo que la gente decía, habría sido como estar en Armenia, por poner un ejemplo.

Un hombre hablaba en el interior de una vasija y decía “Bienvenido a casa Willebaldo, ya estás en casa”, mientras las mujeres repetían estas mismas palabras sacudiendo el polvoriento suelo con palmas, para evitar que su espíritu se alejara del pueblo.

Desde que estoy en México, en muchas ocasiones he establecido paralelismos entre las situaciones que he presenciado y las películas de Buñuel, Berlanga y, últimamente, cada vez más a menudo, Kusturika. El otro día me sentí más bien como si estuviera en Comala, el desolado y fantasmagórico pueblo al que Juan Preciado acude a buscar a su padre, Pedro Páramo.

Algo que se menciona hasta la saciedad cuando se habla de manifestaciones culturales en países como México, es el famoso sincretismo, que nunca había percibido con tanta intensidad. A pesar de las cruces y los santiguamientos continuos, aquellos ritos funerarios de raíces prehispánicas que presencié poco tenían que ver con el culto romano.

Cuando el ataúd descendió del coche junto a la casa familiar de los Dorantes, para ser colocado en un altar minuciosamente preparado, los gritos de dolor se hicieron más fuertes. Una banda de música comenzó a tocar. El saxofonista lloraba mientras soplaba su instrumento. “Human remains”, rezaba la pegatina de la caja en que el féretro estaba envuelto.

Al día siguiente, cuando llegamos a la casa para cubrir el entierro, el pueblo entero seguía desde la víspera congregado bajo una carpa, desfilando junto al féretro y despidiéndose del fallecido, uno por uno, con saumerios llenos de copal ardiendo. Dentro de la casa de los Dorantes, la actividad era frenética: decenas de mujeres se afanaban en preparar comida para todos los invitados.

Mario, el hermano de Willebaldo, que ya había dejado de llorar, nos ofreció amablemente tequila, mole, tortilla y frijoles. Y es que ya me lo habían advertido: “Aquí morirse es una fiesta”. Y no hay más. Nada de intimidad, de recogimiento: el luto se comparte con cientos de personas y se vive con comida, refrescos, cerveza y dulces. Nadie concibe que pueda ser de otra manera.

Ya en el panteón, los mariachis se desgañitaban mientras el resto de los presentes lloraba. Alguien, precavidamente, se había acordado de llevar agua bendita en una botella de Coca Cola y la vertía sobre el ataúd.

Los primeros puñados de tierra comenzaron a caer sobre la tumba: el viaje había terminado.



La llegada de los restos mortales a San José Miahuatlán

Mujeres rezagadas en el camino al cementerio


And the radio plays:
Yamore. Salif Keita

miércoles, 16 de mayo de 2007

Por el internés te quiero Andrés

Cuatro meses y medio después de llegar a México, por fin tenemos internet en casa.

Nuestra emoción ha llegado a tal punto (especialmente cuando Miguel ha descubierto que hasta su PDA se conectaba a toda mecha), que ahora mismo, en lugar de hablar entre nosotros, estamos chateando.

¿Volveremos a mantener alguna conversación dentro de casa? ¿Volveremos a apagar el ordenador algún día?


And the radio plays: Ahora feliz. El niño gusano

martes, 15 de mayo de 2007

Genia



And the radio plays:
Petit pays. Cesaria Evora

miércoles, 9 de mayo de 2007

Sunday morning

Muchas veces he intentado expresar con palabras las palizas que nos metemos cada fin de semana, pero creo que es difícil hacerse a la idea del tute al que sometemos al cuerpo hasta que no lo vives en tus propias carnes.

Son las desventajas de tener un sólo día de fiesta: farras brutales los sábados por la noche y, los domingos, excursiones extenuantes a tutiplén, a ser posible, en la montaña o en el campo, que cansa más.

Esta imagen es del domingo pasado, que ni siquiera dormimos, cuando íbamos camino de Ojo de agua, el nacimiento del río Atoyac. Creo que habla por sí misma...



And the radio plays: Shake some action. Flaming groovies

lunes, 7 de mayo de 2007

Cuatro meses

"¿Sabes de dónde acabo de llegar? de Amatlán. El primer pueblucho que os llevamos a visitar en este país. He visto el carro de tacos donde Anaïs y tu probasteis el primero, antes de que decidieras que un jocho es la mejor opción cuando el hambre ataca en la puta calle. Y he visto la iglesia, y el atrio donde está el primer palo para los pinches voladores de Papantla que vimos. Y he buscado hasta encontrar "el nuevo rayito de sol", donde seis güeros gritaron, aplaudieron y se picaron jugando compulsivamente al futbolín, sin importarles que la grasa acumulada en los manillares les dejara las manos como la pez, hace ya cuatro meses.

He extrañado mucho los días que llegaste aquí y te veía todos los días en casa, con el ordenador, tus jartaditas, rallada porque no funcionaba el zoom de tu cámara, dándole infinitamente al repeat para aprenderte la letra de "De rodillas te pido", llamando a tu madre, con la cabeza más en el banco de paloma que en la calle 3 de Córdoba, Veracruz. No sabes cuánto me alegro de que hayas venido, aunque haga ya un siglo y medio que no coincidimos y esto sea un descontrol absoluto en todos los sentidos..."


And the radio plays: Antichrist television blues. The Arcade Fire

sábado, 5 de mayo de 2007

Instantáneas de Chiapas

Tras un mes seguido trabajando para acumular días libres y atender como se merecían a nuestras dos primeras visitantes, Mariluz y Bárbara, llegó la recompensa: un viaje de cinco días al estado de Chiapas.

Selva, ríos, lagos, cañones, cascadas, ruinas mayas, risas y, sobre todo, muchas charlas, es el balance del segundo viaje largo que hacemos desde que estamos en México.



En las ruinas mayas de Palenque

Yaxchilán, impresionantes ruinas mayas en medio de la selva lacandona, junto al río Usumacinta. A la otra orilla, Guatemala

Catedral de San Cristóbal, preciosa ciudad colonial

Una mujer cosiendo mantas artesanales en San Cristóbal

Monos aulladores en la selva lacandona

Tres grandes compañeros de viaje: Miguel, Mariluz y Bárbara

Agua clara, uno de tantos paisajes paradisiacos

Apunto de morir aplastados por gigantescas cajas de fruta en un colectivo de diez plazas en el que íbamos quince

Esperando un colectivo a San Cristóbal en medio de una carretera polvorienta a las afueras de Chiapa de Corzo. Miguel y su cada día menos asombrosa habilidad para dormirse en cualquier parte...


Radio, play my favourite song:
Kingdom of doom. The good, the bad and the queen.

viernes, 4 de mayo de 2007

Realidades

Hoy hemos estado en San Isidro, una colonia del municipio de Santiago Miahuatlán. El asunto que nos ha llevado hasta allá era cubrir una entrega de cisternas para almacenar el agua que el Club Rotario, (una especie de ONG de ricachones que opera all around the world y a cuyas filas han pertenecido o pertenecen miembros tan insingnes como George Bush, Rainiero de Mónaco, Walt Disney o Augusto Pinochet), entregaba a familias necesitadas.

La industria avícola es uno de los sectores más importantes de Tehuacán y precisamente junto a San Isidro está situado el rastro de aves, donde se realiza la matanza de los pollos que más tarde se comercializan.

Los restos, desechos y cádaveres sobrantes de las gallinas se entierran a la entrada de San Isidro y, a ratos, por las calles del pueblo, deambulan bocanadas de un olor nauseabundo que obligaba a los rotarios a taparse disimuladamente la boca y la nariz con la mano mientras ejercían su acción caritativa, inmortalizada por cámaras digitales de última generación. El matadero que es directamente responsable de este hedor pertenece a los Romero, una de las familias más ricas de la región.

Y es que en este mundo no son los cadáveres de pollo lo único que apesta.



Paseando por el pueblo, me he topado con la mirada de este niño que no apartaba los ojos de donde estábamos nosotros. A mí me ha parecido que, sin hablar, lo que preguntaba insistentemente era: "¿Qué hacéis vosotros aquí?"

Y tenía toda la razón al planteárnoslo, porque aquel agujero, aunque inmundo y miserable, era su agujero. Ni todas las cisternas del mundo van a cambiar eso.

Yo no soy miembro del Club Rotario y he sentido mucha vergüenza por participar de ese circo de la beneficiencia me-saco-tres-fotos-con-estos-pobrecitos-y-me-voy. Pero es un hecho que pertenezco a otra realidad, probablemente más cercana a los rotarios que a ese niño.

Nací del otro lado de esos ojos. Ni todas las cisternas del mundo van a cambiar eso.


And the radio plays: Canción sin título. Decora