martes, 11 de septiembre de 2007

Pacaya

Una de las mejores sensaciones del mundo es comprobar que todo lo que sale en los documentales de la 2 y en el National Geographic existe de verdad. Es lo que nos ha pasado hoy cuando hemos subido al Pacaya, volcán activo de unos 2.800 metros de altura.

Del cráter salía la lava líquida mientras nosotros caminábamos por magma solificado del que brotaban chorros de aire caliente. Era, más o menos como entre meterse en los secadores de la peluquería o acercarse mucho a una hoguera. De vez en cuando, por debajo de las piedras se veían piedras al rojo vivo que hacían arder los palos que metías dentro.

Lo malo fue la vuelta, cuando bajábamos por el bosque que cubría toda la falda del Pacaya y comenzó a caer el Diluvio universal (clima tropical, ¿hay algo más hostil?). Resbalones, barro hasta las rodillas, caídas (y consecuentes hostiones), risas con los israelíes que nos acompañaban, agua hasta en el carné de identidad...

Eso sí, lejos de dramatizar entre tanta lluvia, cada uno se ha montado su propia película: Mikel se sentía como en Jurassic Park (después de que los velocirraptores mataran al gordo, según apuntó); Angela, como una guerrillera de las FARC, y yo, como el último mohicano.

Lava saliendo del cráter del volcán Pacaya

Las entrañas de la tierra