sábado, 7 de abril de 2007

A veces las noticias cuestan demasiado caras

El corresponsal de la cadena mexicana Televisa en Acapulco (estado de Guerrero), Amado Ramírez, fue asesinado el pasado viernes en el zócalo (la plaza principal) de esta ciudad, donde recibió varios balazos de un sicario que lo interceptó al salir del trabajo.

Al parecer, el mensaje que se esconde tras este crimen es viejo conocido por los profesionales de la información: no conviene meter las narices en los asuntos de los narcos.

Y es que a pesar de las dificultades para obtener datos exactos, la poca transparencia de las instituciones o la falta de costumbre en el contraste de fuentes entre otras dificultades, el principal problema de los periodistas mexicanos siguen siendo las amenazas, chantajes, amenazas, coacciones y crímenes al más puro estilo camorrista de los grupos de narcotraficantes.

Según el informe anual 2007 de Reporteros Sin Fronteras, el año pasado se saldó con nueve periodistas muertos y tres desaparecidos.

Pero este tipo de prácticas no corren sólo de la cuenta de los grupos de traficantes de droga:

(...) Seis días más tarde apareció, asesinado a cuchilladas en su apartamento de México, el ex director del diario Excelsior, José Manuel Sánchez Nava, que acababa de publicar un libro criticando la actitud del gobierno del presidente Vicente Fox en la compra de su periódico.

(...) Tras un año pudriéndose, la crisis política y social del Estado de Oaxaca (Sur) se transformó, a partir del mes de mayo, en una batalla campal entre el entorno del gobernador Ulises Ruiz Ortiz y sus opositores de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). El norteamericano Brad Will, camarógrafo de la agencia independiente Indymedia, sucumbió a los disparos de la guardia cercana al gobernador el 27 de octubre, durante unas revueltas marcadas por saqueos de redacciones y múltiples agresiones a periodistas.

Los investigadores locales intentaron atribuir su muerte a la APPO y dos de sus presuntos asesinos, policías municipales, quedaron en libertad tras permanecer detenidos un mes. El gobernador quiso acreditar la tesis de un arreglo de cuentas entre movimientos indígenas cuando, el 8 de diciembre, asesinaron en la redacción a Raúl Marcial Pérez, editorialista del diario El Gráfico. Misteriosamente, la investigación ha descartado el móvil profesional.

(...) también Yucatán (Sudeste) fue el escenario de cuatro atentados al diario ¡Por Esto! entre junio y septiembre, cometidos con la presumible complicidad de las autoridades locales.

Sobre todo, la violentísima represión de una manifestación por la paz en San Salvador Atenco (suburbio de México), los días 3 y 4 de mayo, estuvo acompañada de violencia y abusos sexuales cometidos con tres periodistas extranjeras."


And the radio plays: Die. Explosions in the sky