viernes, 4 de mayo de 2007

Realidades

Hoy hemos estado en San Isidro, una colonia del municipio de Santiago Miahuatlán. El asunto que nos ha llevado hasta allá era cubrir una entrega de cisternas para almacenar el agua que el Club Rotario, (una especie de ONG de ricachones que opera all around the world y a cuyas filas han pertenecido o pertenecen miembros tan insingnes como George Bush, Rainiero de Mónaco, Walt Disney o Augusto Pinochet), entregaba a familias necesitadas.

La industria avícola es uno de los sectores más importantes de Tehuacán y precisamente junto a San Isidro está situado el rastro de aves, donde se realiza la matanza de los pollos que más tarde se comercializan.

Los restos, desechos y cádaveres sobrantes de las gallinas se entierran a la entrada de San Isidro y, a ratos, por las calles del pueblo, deambulan bocanadas de un olor nauseabundo que obligaba a los rotarios a taparse disimuladamente la boca y la nariz con la mano mientras ejercían su acción caritativa, inmortalizada por cámaras digitales de última generación. El matadero que es directamente responsable de este hedor pertenece a los Romero, una de las familias más ricas de la región.

Y es que en este mundo no son los cadáveres de pollo lo único que apesta.



Paseando por el pueblo, me he topado con la mirada de este niño que no apartaba los ojos de donde estábamos nosotros. A mí me ha parecido que, sin hablar, lo que preguntaba insistentemente era: "¿Qué hacéis vosotros aquí?"

Y tenía toda la razón al planteárnoslo, porque aquel agujero, aunque inmundo y miserable, era su agujero. Ni todas las cisternas del mundo van a cambiar eso.

Yo no soy miembro del Club Rotario y he sentido mucha vergüenza por participar de ese circo de la beneficiencia me-saco-tres-fotos-con-estos-pobrecitos-y-me-voy. Pero es un hecho que pertenezco a otra realidad, probablemente más cercana a los rotarios que a ese niño.

Nací del otro lado de esos ojos. Ni todas las cisternas del mundo van a cambiar eso.


And the radio plays: Canción sin título. Decora