A los 17 me pareció que todavía no había hecho nada en la vida y, para remediarlo, me fui con Alicia y Ana a un concierto de Placebo en Bilbao, al que arrastramos a mi pobre primo.
Los 18, en Salamanca, celebrando la mayoría de edad a lo grande en el Paniagua.
Los 19, hecha un flan en la universidad y después en el Reina Sofía, la Manuela (Litos al piano) y el Banco de Paloma.
Los 20, en el césped de la Carlos III, entrañables recuerdos.
Los 21 en París, Rojo y Negro, los jardines de Luxemburgo, el camino a Gare de Lyon y la fiesta “sorpresa” para la que me echaron de mi propia habitación.
Los 22, en el Retiro, recibiendo regalos y mirando a las tortugas asomar la cabeza en el estanque del Palacio de cristal.
Y los 23, en las pirámides del Tajín. Qué vieja soy, oye… y qué raro que ya me empiecen a llegar felicitaciones cuando aquí todavía tengo 22 años.
Los 18, en Salamanca, celebrando la mayoría de edad a lo grande en el Paniagua.
Los 19, hecha un flan en la universidad y después en el Reina Sofía, la Manuela (Litos al piano) y el Banco de Paloma.
Los 20, en el césped de la Carlos III, entrañables recuerdos.
Los 21 en París, Rojo y Negro, los jardines de Luxemburgo, el camino a Gare de Lyon y la fiesta “sorpresa” para la que me echaron de mi propia habitación.
Los 22, en el Retiro, recibiendo regalos y mirando a las tortugas asomar la cabeza en el estanque del Palacio de cristal.
Y los 23, en las pirámides del Tajín. Qué vieja soy, oye… y qué raro que ya me empiecen a llegar felicitaciones cuando aquí todavía tengo 22 años.
And the radio plays: Michael Nyman. Sheeps and Tides
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